Por: P. Álvaro Gutiérrez, S.J.
La pandemia que de manera intempestiva hizo su aparición, ha dejado muchos muertos y por consiguiente, un país en duelo.
Pero como si fuera poco y cuando deseábamos encontrarnos unidos en la lucha contra un enemigo común, aparecen los asesinatos colectivos – o masacres – que tiñen de sangre varias regiones del país.
De manera que a la peste, se añade la guerra y pronto el hambre, si es que ya no está presente. ¡Pobre país!
Por poco que utilicemos la razón –porque estamos al borde del embrutecimiento – no podemos dejar de preguntarnos: ¿qué nos pasa?
Me permito ofrecer un proverbio de la sabiduría UBUNTU:
“Mwana, bweki nsuki, kitumbo ku mfumu gata”. Es la responsabilidad del jefe de la aldea el hecho de que el cabello de los niños sea rojizo.
Un buen jefe conduce acertadamente a su pueblo. Así lo hemos visto a lo largo de la historia. Cuando la Constitución nos invita a que elijamos a nuestros dirigentes no hemos de hacerlo a la ligera. Es muy importante y tiene que ver con nuestra fe en el Dios de la Vida. Por tanto, una conclusión se impone: no elijas a alguien a quien no conoces.