Por: P. Álvaro Gutiérrez, S.J.
Sin duda las imágenes que vimos en la T.V. y los comentarios escritos de la prensa y de las redes sociales, nos dejaron perplejos. Sencillamente: ¿Qué opinión nos han dejado?
La mía, en mi calidad de bioeticista, es reservada. No me puedo adherir de una, al mensaje televisivo “todos deseamos que el proyecto salga adelante”.
Siempre quedará expuesto a la variable “naturaleza” para justificar
cualquier catástrofe futura.
Están en juego los límites de nuestro “emprendimiento” cuando se trata de actuar sobre aquello que solemos llamar “la madre tierra”. Los “aborígenes” suelen pensar de manera distinta de los “occidentales” y desde luego, en “nuestro” mundo solemos descalificarlos de golpe. (Desde la conquista).
Los EMBERAS que, empobrecidos, circulan por las callejuelas de
Tierralta, desplazados por URRA, (el gran proyecto hidroeléctrico
del Sinú, en el departamento de Córdoba) son los efectos colaterales de ese proyecto, del que fui testigo.
Ante la “producción” (palabra mágica) estamos sacrificándolo todo, cual becerro de oro, a tal punto que ya no vemos salvación fuera de ella.
Las comunidades que se encuentran rio abajo del embalse de Hidroituango, desde luego que no piensan lo mismo que las que se encuentran aguas arriba. (Son las dos orillas)
“Las comunidades”… Hay quienes piensan por ellas, cuando el acceso a la educación que da derecho a la palabra, es muy restringido en nuestro país.
En otros tiempos, Europa pensaba y colonizaba al África. “Nosotros
sabemos lo que les conviene… (Pero sobre todo, lo que no conviene a nosotros)”. Este esquema de comportamiento no ha perdido su vigencia y se aplica en otras latitudes y también entre nosotros.
La pregunta persiste: ¿Tiene un límite nuestra intervención en el
planeta tierra? ¿Quién lo puede señalar?. Señor Fracking, usted tiene la palabra, porque de producción se trata.
El Sinú –hermoso rio del departamento de Córdoba- se deslizaba majestuoso por dehesas fértiles. Ahora, a contragolpes, según les exigencias de la demanda de producción, controlada por URRA, erosiona sus orillas y la sedimentación puede transformar su cursomilenario.
Abogo por la democracia, ¿cómo no?, pero esta no tiene lugar
mientras a la mayoría se le obstruya la posibilidad de acceder al
conocimiento por la propia involución del sistema. Decisiones como Hidroituango deben de ser más democráticas y no el resultado de camarillas especializadas. (Lea también Columna de opinión ‘El país está de luto’)
Fotografía: Caracol Radio.