Mensaje del Padre Provincial: Vivencia de los Ejercicios Espirituales

Revitalicemos nuestra vida y misión desde la profunda vivencia de los Ejercicios Espirituales

El Padre Provincial, Carlos Eduardo Correa, S.J. nos invita para que «vivamos con mucha profundidad esta maravillosa experiencia en el Espíritu, porque con toda seguridad nos revitalizar para que seamos la presencia y la acción misma de Dios en este mundo, a la manera de Jesús«.

Muchos de nosotros hemos experimentado que la complejidad de la vida, con sus dificultades, sinsabores, obstáculos y luchas, nos lleva a ir perdiendo paulatinamente el vigor con el que vivimos nuestra existencia como creyentes en Jesucristo y la radicalidad de la entrega en la misión que hemos recibido de Dios. Vamos perdiendo la fuerza interior y comenzamos a sentir el cansancio, el desánimo y hasta la pereza apostólica. Aparece, entonces, un proceso de pérdida de sentido y de poca capacidad para trabajar por la búsqueda del Reino de Dios y su Justicia. En palabras de San Ignacio, emerge lo que podemos identificar como un estado de desolación; es decir, como oscuridad del alma, turbación en ella, inclinación por las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a desconfianza, sin esperanza, sin amor, hallándose el alma toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor (EE N 317).

Para salir de esta dinámica, que poco a poco va minando nuestro Proyecto de Vida como hombres transfigurados en Jesucristo y como servidores de su Misión en el servicio a la Fe, la promoción de la Justicia, la búsqueda de la Reconciliación, el diálogo con las culturas y las religiones y la colaboración con otros, la espiritualidad ignaciana nos ofrece la mejor mediación que puede llevarnos a revitalizar nuestra vida y misión: los Ejercicios Espirituales. Estos surgieron, como todos los sabemos, de la profunda experiencia de Dios vivida por Ignacio de Loyola. Con ellos, el Fundador de la Compañía de Jesús ayudó a muchas personas para que descubrieran la verdadera acción de Dios en sus vidas y se dejaran llevar por él en el proceso de disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del alma (EE N 1).

En las últimas Congregaciones Generales de la Compañía de Jesús ha aparecido, con mucha fuerza, la necesidad de hacer nuestro, aún más profundamente, el don de los Ejercicios Espirituales y de poderle ofrecer a otros esta transformadora experiencia espiritual. Y todo ello porque a través de los Ejercicios Espirituales nos apropiamos del estilo de Jesús, de sus sentimientos y de sus opciones (CG 36, D. 1, N 18). En otras palabras, los Ejercicios Espirituales nos permiten vivir desde el corazón amoroso de Jesús, reconociendo la acción creadora de Dios en todo, experimentando que somos pecadores pero llamados por Jesús para trabajar con él en la instauración del Reinado de Dios, y reconociendo que Jesús es el camino que nos lleva a la vida plena en el amor, que se hace justicia, equidad, reconciliación y paz.

Los invito para que cada año hagamos nuestros Ejercicios Espirituales con gran ánimo y liberalidad con nuestro Creador y Señor, ofreciéndole todo nuestro querer y libertad para que su Divina Majestad se sirva conforme a su santísima voluntad de todo lo que somos y tenemos (EE N 5). Estemos seguro de que en los Ejercicios Espirituales Dios se nos comunica inmediatamente, abrazándonos en su amor y alabanza, y disponiéndonos para el modo de vivir en que mejor podremos servirle en adelante (EE N 15). Vivamos con mucha profundidad esta maravillosa experiencia en el Espíritu, porque con toda seguridad nos revitalizar para que seamos la presencia y la acción misma de Dios en este mundo, a la manera de Jesús. Así podremos en todo amar y servir, y contribuiremos para que muchas personas participen en el maravilloso ministerio de la Reconciliación, que proviene de Dios.

Pidamos humilde y sinceramente a Dios para que nos conceda la gracia del conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga (EE N 104).

Créditos/Texto: Padre Provincial Carlos Eduardo Corres, S.J. tomado de: www.jesuitas.co

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