Por: P. Álvaro Gutiérrez Toro SJ
El doctor Samuel Morton fue uno de los científicos estadounidenses más importantes de la primera mitad del siglo XIX. Morton vivía en Filadelfia y coleccionaba cráneos.
National Geographic, abril de 2018
Morton creía que era posible dividir a las personas en cinco razas y que estas representaban actos de creación distintos. Cada raza poseía características definidas, las cuales correspondían al sitio que ocupaban en una jerarquía que Dios había determinado. La craneometría de Morton demostraba que los blancos, o caucásicos, eran la raza más inteligente. Pese a ser ingeniosos y susceptibles de refinamiento, los asiáticos orientales Morton usaba el término mongoles ocupaban un peldaño inferior. Luego venían los asiáticos surorientales, seguidos de los nativos americanos. Los negros, o etíopes, se encontraban en el nivel más bajo. Antes de la guerra civil de Estados Unidos, los defensores de la esclavitud adoptaron de inmediato las ideas de Morton» (…)
Al morir Morton, en 1851, la revista Charleston Medical Journal, de Carolina del Sur, lo elogió por dar al negro su verdadera posición como una raza inferior Pp 24-25.
Este texto nos pone en alerta con respecto a lo científico, pues hay ideas preconcebidas que también pueden llevar la ciencia por senderos peligrosos.
Las ideas de Morton alimentaron a muchos y justificaron actitudes de espíritu condenables. Morton es considerado como el padre del racismo científico.
Esto viene a propósito en este mes de la afrocolombianidad, pues a veces decimos todavía hay racismo en Colombia. Es necesario airear nuestro espíritu por si acaso hay vestigios de conceptos que estuvieron de moda y que continúan produciendo efectos nefastos en nuestra sociedad a pesar del tiempo. Este mes que ya se termina, y aún más la década decretada por la ONU sobre los Afrodescendientes, nos lleva a purificar la torpeza de muchos de nuestros conceptos.