Mensaje de sus hermanos de comunidad | Exequias del P. Luis Ortiz, S.J.

Por: P. Alfredo Ferro, S.J. | Director del Santuario de San Pedro Claver y superior de la comunidad jesuita de Cartagena.

Para culminar esta celebración de la vida de Lucho y su paso a la eternidad, quisiera agradecer inicialmente la presencia de Monseñor Jorge Jiménez, y de Monseñor Francisco Javier Munera, arzobispo de Cartagena, que nos presidió amablemente este funeral. Agradecer de corazón a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los jesuitas, a los familiares y amigos-as del P. Luis Ortiz Valdiviezo, a quien despedimos con esta sentida y emotiva eucaristía, sacramento de comunión y expresión del resucitado, centro de la vida de Lucho como jesuita y como sacerdote.

Quisimos hacerlo en este templo, particularmente familiar, donde Lucho por tantos años presidió la eucaristía bajo la figura del Santo “esclavo de los esclavos”. Nuestra intención ha sido también poder a su vez, hacerle un sentido homenaje, por lo que ha significado su vida en los 88 años que pasó por este mundo haciendo el bien. Estamos alegres de poder entregar a Lucho al Dios de la vida, centro y razón de ser de su existencia, en su lucha permanente por conocer, amar y servir al único señor que no muere.

Lucho fue un hombre extraordinario, de diversas facetas, con una personalidad rica y variada, que para todos nosotros es un verdadero legado. Lucho fue ante todo un creyente de una honda espiritualidad, con vocación misionera, entregado cotidianamente a su labor pastoral y sacramental, simple, pobre, humilde, austero, gran investigador, autodidacta e inquieto intelectualmente, fue un estudioso incansable, de palabras precisas y sabias, gran pedagogo y formador, consejero, confesor y director espiritual que en sus relaciones cultivó sus amistades, muchas de ellas aquí presentes. De corazón grande y profundamente misericordioso, persistentemente a la escucha, en especial con los más pobres y excluidos, además de ser pintor y musico aficionado, se caracterizó también por haber sido un crítico mordaz frente a lo establecido, apuntando siempre a lo alternativo y logrando la libertad de los hijos de Dios.

Demos gracias al buen Dios, encarnado en Jesús, quien ha amado profundamente a Lucho y a quien él siempre quiso seguir en su vida, dedicada al servicio y entrega de los demás. De esta manera, sin lugar a dudas, Lucho vivió en el día a día, la presencia del resucitado, que lo ha invitado a participar definitivamente de la gloria de Dios.

Como compañeros jesuitas, desde nuestra misión en Cartagena, comprometidos con la tarea de resignificar la figura de Pedro Claver, que fue el amparo de Lucho durante muchos años, queremos agradecerle a él, los años de entrega incondicional, permanente y cotidiana en este claustro y en este templo, donde seguramente seguirá vivo y donde reposarán sus cenizas, lugar donde él mismo, nunca quiso salir.

Gracias y que Dios los bendiga.